Ya no volverás a tirar los centavos

En el centro de Mexicali, hace muchos años vivió una mujer  que maltrataba a sus hijos, los golpeaba, los encerraba por días, y solo les brindaba gritos. Pero llegó el día en que sus hijos crecieron, se casaron, y la abandonaron.

 Al quedarse sola todos los malos tratos y desprecios que les ocasionó no paraban de remorderle la conciencia, así que decidió ir a confesarse con el padre de la iglesia. El padre después de escuchar todas las barbaridades cometidas contra los niños, le dijo que su pecado era tan grande que solo en El Vaticano podría ser perdonado. Pero la mujer era pobre y no tenía dinero para un viaje tan grande, por lo que el Padre le impuso de penitencia y como medio para poder cubrir el costo del viaje que pidiera limosna, pero haciendo la penitencia aún más grande, solamente podía aceptar monedas de cinco centavos.

Así aquella mujer con el rostro cubierto pasó el resto de sus días pidiendo limosna de cinco centavos afuera de la iglesia y en las calles cercanas, tanto que la gente ya la llamaba “la señora del cinco”… hasta que falleció sin haber completado su penitencia.

Después de eso, el alma de la mujer no descansó, sino que siguió vagando por las calles pidiendo “un cinco”, por lo que muchos de los pobladores de aquel entonces solían guardar las monedas de cinco, ya que de encontrarse con ella y no traer aquel cambio, la mujer descubría su velo y les dejaba ver su rostro esquelético y putrefacto entre gritos de un reclamo.

¿Te arriesgarás a salir sin el cinco?

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