Fueron los únicos en Baja California que resistieron ser sometidos.

Los kiliwa habitan principalmente en la zona serrana ubicada en las colinas del norte de la sierra de San Pedro Mártir, en el territorio conocido como Arroyo de León. Ellos se autonombran ko’lew, que quiere decir hombre cazadorgente como nosotros y los que se van. Históricamente su territorio ocupado abarcaba la región costera que va desde la Bahía de San Felipe, fracciones de sierras y valles, incluyendo parte del actual Valle de la Trinidad.

Antiguamente eran nómadas y estaban organizados en pequeñas bandas familiares que viajaban en ciclos estacionales, viviendo de la recolección, la caza y la pesca, aprovechando diversos ecosistemas en territorios específicos que compartían con otras bandas del mismo clan. Este modelo de subsistencia y organización social fue modificado en la medida en que los colonizadores, con la formación de misiones, pueblos y zonas agrícolas, se fueron apropiando de la mayor parte de su territorio, dejándoles sólo pequeñas áreas.

Fueron los únicos pobladores originarios de Baja California que nunca aceptaron someterse a las actividades de los misioneros quienes buscaban establecerlos en diferentes sitios. Los problemas continuaron hasta 1840, cuando un número considerable de indígenas, se unieron para destruir la estratégica Misión de Santa Catarina, terminando así terminó una etapa conflictiva que duró 50 años.

En ese periodo, debido a problemas agrarios, migraron masivamente de Arroyo Grande a Arroyo de León ocasionando trastornos internos que propiciaron la dispersión de algunos de los integrantes que se integraron con los pai pai.

Después de varios años de lucha, el último capitán kiliwa, Cruz Ochurte Espinoza logra la dotación ejidal en 1970, pero los problemas continúan debido a que los terrenos cedidos son muy irregulares con lomeríos rocosos y agostadero de mala calidad, además del proceso de pérdida paulatina de sus tierras debido a que la mayoría de los kiliwa han cedido sus derechos agrarios a personas no indígenas, poniendo en riesgo sus tradiciones culturales ligadas a su comunidad.

La desintegración del grupo como resultado de la falta de oportunidades económicas dentro de la comunidad vuelve todavía más urgente las alternativas para su desarrollo económico sostenible.

En el año 2019 solamente quedaban 3 hablantes del idioma.

Con información de: Sistema de Información Cultural, México

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